lunes, 26 de enero de 2015

..:: El lejos de la abuela ::..



La casa, ese pedazo de algo, allá, al fondo acercándose mientras camino.  Tenía esa silueta de recuerdo de abuela joven, de mujer impregnada en cada adorno esperando como un soldado por alguna nueva orden para poder moverse. Esa era la casa de la abuela que acababa de morir. Los sillones ya no querían moverse como todos los domingos, ya no serían los caballos a cambiarles los herrajes para correr en una conversación de todos los tíos. Ese silencio, esa casa, es ahora. Si se pudiera contar el peso del aire vacío, si pudiera decir lo que me reclaman las sillas, como se mantienen fuertes sin llorar, como dándome ánimo para hacer lo mismo.
Pero habíamos venido todos de dejarla escondida en la tierra, tan callados que parecíamos entrar a una misa comenzada. Subido sobre mis piernas subí hasta el cuarto de mi abuela, lo repito, qué sensación extraña entrar en el espacio de un muerto, en la indecisión del alma, de tener que tomar una llave y abrir el ropero para saber de qué vivió, de qué telas estaba vestida, en qué papeles apoyaba la vista y qué era lo leía en el peso de papeles guardados.
Fui lanzando las cosas sobre la cama a mi espalda, un vestido, una blusa, y luego otra, sombreros y pañuelos, tan abierto estaba ese ropero que me mostraba sus vísceras de colores, tan abierto estaba que me fue fácil encontrar su vida, un pañuelo doblado en 4 con una foto pequeñita del abuelo bien lejos de la vista, lejos de algún intruso, lejos del mundo, de todo, lejos como donde ponía los ojos mi abuela cuando hablaba de él.


..:: MAuro ::..


26/01/2015
12:23pm

1 comentario:

Soledad Arcos dijo...

prosa poética es el idioma de la nostalgia y de lo imposible
la lengua de los fantasmas
sobre todo de los que amamos