lunes, 14 de mayo de 2012

..:: Ayahuasca ::..




Había pasado toda la semana cumpliendo con la inexplicable misión de abandonar mi consumo de carne. Para mi propio entender eso era como si una ciudad pudiera vivir sin usar petróleo, pero en fin, ya era sábado en la tarde y llamé a Mar para preguntarle cómo íbamos a hacer para juntarnos y experimentar el ritual del  Ayahuasca. Su hermano ya estaba en Barranco organizando todo, los sacerdotes  amazónicos habían llegado a la ciudad y debíamos estar como a las 8 de la noche  allí. No sé Mauro, tú avísame, voy a intentar dormir un ratito antes de salir,  pero creo que puedes pasar por mí a eso de las 6 para vernos antes de salir, me  dijo cuando hablé por teléfono. Organicé mis cosas, puse una muda de ropa  completa, no vaya a ser que mis secreciones se escaparan por algún lado indebido,  uno nunca sabe. La sesión duraría toda la noche hasta entrada la madrugada y de  seguro que necesitaría dormir después de ella. Llegué a su casa toqué el timbre para buscar a Mar, me saludó, sacó su maleta, que por supuesto era evidentemente más escueta que la mía, y luego de reírse de mí, comparó su  dimensión con las suya, sube le dije, no jodas. Estuvimos merodeando los alrededores de Barranco, yo buscaba una playa de estacionamiento y un lugar donde poder comer algo, ella también estaba muerta de hambre. Primero pasamos a la casa donde se nos desdoblaría el alma para encontrarnos con su hermano, bajamos algunas cosas, mejor dicho todas, y luego de  recibir otro comentario debido a las dimensiones de mi maleta quedamos en  regresar a eso de las 9 porque aún faltaba algunas otras personas que también nos acompañarían en el trance. Fuimos a un restaurante a intentar comer una ensalada que no llegó nunca pero nos atiborramos de papas fritas que culminaron con mi hambre y me dejaron un  sentimiento de culpa sobre lo que pasaría aquella noche. El hermano de Mar nos rompía el celular, ya era tarde, éramos los últimos en llegar. Corrimos. Llegamos, no con el alma en la boca, sino con las papas en la garganta. La casa era una muy antigua, construida en el siglo pasado. Los techos altos quizá de 3 metros de altura, caminamos hasta el último salón del fondo del  corredor donde ya estaban dispuestas las ubicaciones, un sleeping por persona  cada una con la espalda apoyada contra la pared. Me saludé con ellos, me saqué los zapatos y me acoderé al lado de Mar, su hermano conversaba los últimos ajustes con su socio y sacaba la cámara para grabar toda la sesión con visión nocturna en la lente. Mientras se iniciaron los rezos en idioma ashaninka y pasaban un habano de purificación, hice un repaso en mi mente de lo que significaba la ingesta de ese brebaje sagrado para algunos: en primer lugar, es un alucinógeno que bloquea los neurotransmisores, eso conlleva a completar la información que el cerebro no obtiene con imágenes propias. Es en ese punto en donde muchos le llaman descender al otro yo, de alguna manera otros autores explican que los dos hemisferios cerebrales se conectan, el subconsciente aparece y te muestra tu verdadero yo, vidas pasadas o cosas alucinantes como esas. Toma Mauro, me dijo el sacerdote  asháninka, bébelo. Tomé el vaso viendo una sustancia marrón y al pasar por mi garganta amargó todo mi  tracto digestivo. El sacerdote siguió pasando el brebaje a cada uno de nosotros, hasta  que completó con Mar, buen viaje le dije, vamos a ver si lo que sé de esto se le  parece a mi mente, cállate y no lo analices todo, me dijo Mar. El sacerdote mando apagar las luces. Los once que estábamos en esa habitación ya  nos encontrábamos intoxicados con la droga circulando por nuestros cuerpos, el  hermano de Mar prendió la cámara, cerré los ojos. Esperen entre 20 a 30 minutos  dijo el sacerdote. Si yo veo cosas sin estar drogado, qué sería de mí con esta  cosa puesta en mis venas, pensé por un momento, no creo que vaya a ver algo que  yo mismo no conozca ni sospeche, quizá vería todas las batallas de guerreros que  veo cuando duermo, castillos antiguos cuando escribo, o bestias atrapadas en mi  carne que no se animan a salir. Se rompió el silencio y comenzaron los cánticos sagrados, las voces agudas que  proferían lenguas extrañas invadían y saturaron el aire, empecé a confundir mis  percepciones. Mar me preguntó, ves algo? no le dije, aún no, y de pronto detrás de 
mis párpados se encendieron luces de colores, formas abstractas tan iguales a los  mantos preincas, figuras Moche, Nazca Chachas, giraban Mandalas delante de mí,  serpientes encendidas que cambiaban de colores. Yo no entendía por qué veía tonos tan iguales a los colores que se usan en los tejidos antiguos, naranjas  fosforescentes, verdes, amarillos, tonos orientales, en fondo negro. Las voces  cambiaban el cántico y con ellas las imágenes que percibía, estaba metido en un  video clip psicodélico, recordé los medallones en mármol que hacía para una  fábrica, eran las mismas figuras que usaba para decorarlos. Vi un medallón también  pero cuadrado, un medallón que había hecho de arte Mudeja pero que ahora se iba  acercando y me fui introduciendo en cada poro del mármol expuesto, y a viva voz de  los sacerdotes, fui percibiendo los cánticos como texturas que se deformaban, que  cambiaban de colores. Ves algo? me preguntó Mar, abrí los ojos, y tuve a varios caballeros en armadura sentados alrededor de una mesa, sus espadas estaban colocadas contra las paredes, la mesa era ovalada y en el centro tenía un medallón que antes había dibujado yo mismo cuando realizaba trabajos de decoración. Cerré los  ojos, aun no veo nada Mar, ok Mauro, ya lo verás, yo aún no veo nada me dijo. Cerré los ojos nuevamente, mi conciencia aún estaba conmigo, pero mi mano  izquierda no. Mi muñeca se despertó, luego mis dedos, empecé a sacudir mi mano  como una serpiente con vida propia, ella seguía los cánticos, empecé a mirar mi  mano, abrí los ojos y no paraban de moverse mis dedos, era como su quisieran  tocar una guitarra como si fuera un insecto boca arriba, no intenté detener el  movimiento, simplemente la dejé ir. Recordé que la mano izquierda está conectada  la hemisferio derecho del cerebro, el lado en donde se concentran las emociones  el lado intuitivo, además yo era zurdo, quizá por eso me afectó la mano izquierda, pensaba en silencio, la mano no paraba de moverse, volteé y vi al hermano de Mar grabando mis movimientos, cerré los ojos de nuevo, que ves Mar?, le pregunté, veo colores Mauro, muchos colores, veo un camino, y me hablan. Ok, sigue, no te interrumpo. De pronto, mi mano se volvió una garra, se levantó como una cobra por sobre mi cabeza, me contuve, abrí los ojos mil veces, los colores se fueron, el  hermano de Mar se me acercó, quieres más? si claro, y él pidió al sacerdote, uno doble para Mauro, fue así que me serví medio vaso más de Ayahuasca, medio vaso que en un  principio no me hizo nada sino hasta 3 minutos más tarde en que mis visiones quedaron borradas pero algo fue sucediéndome y no lo podía controlar, mientras todos permanecían viendo su propio video clip, y Mar acariciaba mi espalda, yo  sentí que bestias en hordas pasaban delante de mí, sin quererlo pronuncié atrás, atrás, atrás, atrás, y continué diciendo: Apis, Apis, Apis, atrás,  atrás. Fue cuando sin quererlo mi mano se enterró en el sleeping, me senté en  cuclillas, y empecé a moverme como una especie de felino, volteaba mi cabeza con  los ojos cerrados de donde venían los cánticos, me limpiaba el rostro como lo  haría una especie de felino, no quise dejar salir esa extraña criatura que me  invadía la conciencia, me eche al lado de Mar, enterré la cabeza en su regazo y  empecé a ronronear a olfatear sus manos como su fuera un animal, ya no tenía  ninguna visión simplemente me dominaba un algo que no sabía por dónde había venido, los cánticos aumentaron en volumen y por alguna razón generé mi propia  música gutural, competí con las voces ashaninkas, mis cánticos comenzaron en un ritmo bajo pero luego fueron un solo soplido, mis manos eran ya garras, mi garganta no podía pronunciar palabras, yo no entendía por qué me iba a sacar un felino de mí mismo, si yo detesto esos bichos, me incorporé sentado, empecé a  desatar gruñidos, a himplar como una pantera, me movía frente a la música como un  animal fascinado de algo, amenazaba a todo el mundo, le mostraba los colmillos a  quien me viera, cerca de mí tenia a un sacerdote aprendiz, habían sido dos los  principales, pero había un ayudante aprendiéndolo todo, me acerqué frente a él,  acerqué mi rostro y le gruñí amenazante, dejé de cerrar los ojos, mis facciones  cambiaron, sonreí y le dije, no me voy, y morí de la risa, yo no entendía mi  comportamiento, los sacerdotes, rezaban en español, retrocede todo lo malo,  retrocede todo lo malo, decían, y yo más gruñía y arqueaba mi espalda, sacudía mi  cabeza al ritmo de la música, sentí que Mar se acercó detrás de mí, te pasa algo,  abrí los ojos, entré en mí, descuida, todo esta bajo supervisión consciente le  dije. Volví a cerrar los ojos, vi a una especie de criatura mirarme a la cara,  caminaba por las calles, Apis repetía yo. Mi conciencia me abordó, Apis es el  semidiós egipcio en forma de toro que lleva a los muertos, mi mano se movió como una serpiente me amenazaba como una garra nuevamente, vi que Mar se levantó adonde su  hermano, él también estaba echado, había tomado más ayahuasca que yo, pero él no se movía, solo cantaba algo mientras permanecía inerte en el piso, entré una vez  más en mí, recordé a las culturas antiguas, aquellas en las que se necesita de  una mujer virgen para romper hechizos y trances llamados mágicos, de seguro Mar  no era una virgen, pero no importaba, tenía que ayudarme, intenté desprenderme de  ese animal que me contenía, soplé mi propio cuerpo mientras decía en voz baja: detrás, detrás, detrás, y yo repetía a mí mismo, no me voy, no me voy, detrás. Las  palabras son mágicas repetía, yo ordeno, yo obedezco, detrás, detrás. Vi que Mar  estaba al lado de su hermano, le dije: Mar necesito de ti, solo una mujer puede sacarme de este trance. Ahora voy contigo me dijo, estoy viendo a mi hermano, ok, le dije, y mi cabeza comenzó a sacudirse junto con mi mano izquierda, podía mirar los sonidos que cantaban los sacerdotes, caballeros haciendo brillar espadas, recordé versos que hablaban de bestias silentes que me acompañaban y que yo gobernaba, ya era tarde ahora, ella me gobernaba a mí. Mar repetí, necesito de ti, no vino, me eché sobre mi propio cuerpo mostrando los colmillos, mi mano se negaba a abrigarme, salió por sí misma a danzar, sentí que Mar entró a mi lado. Ella y su hermano eran hijos de la misma madre, una señora de la selva que había crecido con leyendas de poseídos, y espíritus, su madre les había enseñado qué hacer frente a apariciones y aquellas cosas que me fascinan pero que sin embargo no creo. No me voy repetía yo mismo con voz grave, y reía. Mar me pegó contra el piso, se subió sobre mí y empezó a acariciarme detrás de la cabeza como buscando un botón de escape, tocaba ciertos puntos que ahora no recuerdo pero que fueron liberando una energía desconocida por mí. Luego fue bajando por mi cara y hundiendo la punta de sus dedos en mis pectorales, siguió bajando, No me voy, no  me voy, yo ordeno yo obedezco, yo ordeno, yo obedezco. Se acercó a mi estómago y  ciertamente no sé qué fue lo que ajusto, pero una descarga de energía me  abandonó, me abrazó y dijo algo en otro idioma. Cuando volví en mí mismo, vi que nadie más estaba en el mismo trance que yo, solo se limitaron a ver luces de colores plácidamente en sus mentes. Un poco confundido me senté, su hermano ya estaba en pie, y muchas personas ya se habían ido del ritual. Le dije a él, yo me imaginaba que algo así me iba a ocurrir cuando viniera acá, pero no me imagino porqué sentí como si algo que no supiera qué es me tomara el cuerpo de esa manera. Él sonrió, no es eso Mauro, lo que pasa es que esta casa es muy pesada, la escogimos por eso, en esta casa penan, y creo que te usaron de vehículo.

..:: MAuro ::..