jueves, 6 de junio de 2013

..:: Carta de un Soldado ::..















Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...


GIOCONDA BELLI


El recuerdo me llama y
susurra palabras a mi oído,
fueron horas largas nuestros arribos,
palabras de dulces colores.
¿Cómo te escogí entre miles para ser mi nido?

Días inciertos de emociones confusas,
tormentas en mi alma.

Fuiste balsa mía sin saberlo
y a ti aferrado nadé sin encontrar orilla,
mas el mar inmenso sin fondo
y sin anchura tomaba el sabor
de tu cuerpo marino.

Cuánto nadé en este mar incierto
bebiendo tu cuerpo húmedo en mi pecho.
El inventario del tiempo incapaz
jamás sacará tu cuerpo del mío.

Manzana de Eva,
eres la uva con la que el tiempo
ha de hacer su mejor vino.

Tuvimos que sentirnos encarnados,
viajé por el viento llegando entre verdes testigos
enraizados sobre un suelo que no me perteneció.

(Mi mirada te busca, mi corazón me guía).
Yo cortaba al aire buscando un puñado
de besos guardados en tus labios.
Y te encuentro. ¡Dios que bella eres!

Me viste como un Sol
en el centro de planetas,
yo sólo quería abrazarte para
hundirte en mi alma.
(Ojos negros que me miran desde lejos,
aquí me encuentro)
¡Amémonos pronto te lo ruego!

Pilar de mi alma, cuerpo de musa,
te tuve y fuimos nuestros y tuyos
en la noche aquella.
Aterrizó tu traje de viuda
(tu yugo ha muerto).

No me recuerdes mal amor,
mi regreso a tierras reales
fue duro como un hierro.
¿Cómo no serlo si tu corazón tenia dueño?
(y no era yo)

hundido en mí mismo
por haber sido sólo un pretexto,
mi sangre asolaba en pensamientos,
la rabia como el péndulo de quien ama
subió de prisa hasta mis sienes.
¿Cómo no estarlo si tanto te amaba?

Dios. ¡Cómo quemé en la hoguera de tu rabia mis cartas!
¿Por qué pateé mi castillo de arena levantado en tu playa?

Recuérdame amor, como un verso en tu alma,
como el guerrero que empuñaba su espada.

Sé que fui el libertario de tu vida,
contigo yace mi cuerpo en el campo de batalla.

Tú, comandante:
- ¡Siempre manda el que menos ama!-
Yo, soldado rebelde, traidor a tu causa,
arrojé mi escudo rompiendo la anonimia
y códigos de honor.

Tú eres dueña del arado
y de mi tierra en que germinas,
no alcanzarán las flores del planeta
para mostrarte la pena que me alcanza.

¡Te querré siempre por siempre!
Y jamás lo dudes nunca…
A mi princesa por siempre,
desde mi castillo arenado,
suyo, por siempre:
Su soldado a su alma...

..:: Mauro ::..
13/05/2003

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