Galileo Galilei.
Locuras pasajeras que
son nubes sopladas por alguien más,
por el tiempo de pasar juntos.
Tú debajo de las sombras,
de ese mundo del que no quieres salir,
y yo con mi espada de madera jugando a
conquistar mi vida.
Qué días esos de inventos de personas
de momentos que importaban porque
yo me los creía.
Y eras tú la que narraba los fantasmas,
y yo te usaba como barro para esculpirte en las palabras.
Cierto era el vino, el cielo, y
nuestros cuerpos,
las miradas al vacío contemplando edificios con
ventanas apagadas.
Y aparecía una palabra que entendía a otra y
hacía menos callada la noche,
pero otra historia tuya terminaba ahogada en
el silencio de las mentiras que asaltaban.
Yo miraba tu perfil como si fueras un mapa
donde el aire te rodeaba transformándose en el mar,
donde tu carne se convertía en una orilla de mí,
(eso pensaba mientras hablabas,
mientras ocurría un
discreto terremoto de latidos).
Y te inventabas vidas pasadas,
conversaciones que no ocurrieron,
mientras yo tenía que entender ese secreto motivo.
Todos nos defendemos de nosotros mismos,
(a veces creo)
a veces con repetir alimentos,
con decir las mismas cosas
una y otra vez porque el dolor tiene hambre de
lo que debería haber sido,
pero yo te seguía en ese sendero,
como un insecto hechizado que vuela a morir en la llama,
Ay el corazón de aire que tanto se anhela,
ese vacío de no sentir nada cuando el amor por fin se haya ido...
12/12/2014
11:39am
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