Hoy separados, creyendo que te hablo mientras duermes.
porque es cuestión de cerrar los ojos para verte,
para darme cuenta que te consuelas con recuerdos congelados
de esos que buscan aquel hombre que nunca fui,
como aquel pastor de los rebaños,
que ve pasar el tiempo de su alma y bajo el cielo
su mirada que no cambia.
El tiempo todo lo acaba, lo sospecho,
devora la vida y también a su alimento,
pero también sospecho a tus labios que me hablan,
que me dicen cosas que el temor obliga a
decirlas sin sentirlas.
Y yo, otra vez de cerca
escapo hacia mi invierno, susurrando a tu oído una
carta imaginada, como siempre.
Anhelo estar contigo, te lo escribo y no debo,
sé que me hago daño,
porque tu muerte en mí debe ser el fin de estos comienzos,
pero me río, porque me digo que no tuvimos nada, y
en mi mente lo repites, una y otra vez,
y nunca me lo creo.
Sin embargo, sin tenerte, pasan cosas que no entiendo:
Te veo a solas añorando, deseando algún rescate que no llega,
algún alma de mil años, alguna que
te haya querido desde siempre,
pero luego, todo aquello lo devuelves,
y me veo levantando una casa sin paredes y
un sonido me ensordece, todo tiembla,
y yo volteo para ver pasar un tren por la ventana:
uno que no detiene su marcha
aunque tenga un asiento con mi nombre para siempre...
..:: MAuro ::..
16/12/2007
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