Hubo un momento aún metidos en el auto conversando, en que él la miró y era de noche, el aire no quería moverse afuera, la miró libremente mientras ella también a él.
No podía pensar en nada mientras veía esos ojos perpetuos que siempre lo acompañaron, tan ajena a su mundo y sin embargo tan incondicional a él.
Como de un quejido por falta de afecto, luego de haber ellos dos partido cada uno por su lado, él le preguntó: ¿qué es lo que te gusta de mí que no lo entiendo?, si tanto daño te he hecho.
Ella lo miró y lo tomó de la mano: Me gustas por cómo me haces sentir, por tu manera de hablar, porque siempre me convences y te apasiona lo que haces, la manera tan rara de enfocar las cosas, por cómo miras todo y sin embargo no lo ves sino que lo analizas todo.
Él absorviendo cuanto podía oir de sus labios, recordó lo tan dispares que fueron, que nunca se entendieron y él siempre en su secreto mundo , recordó el momento en que decidió estar con ella, casi un exabrupto sin sentimientos, solo era cuestión mental, y aún ella estaba a su lado, como si decidir las cosas con la razón fuera aplastante sobre sus sentimientos inservibles anteriores que no lo llevaron a nada.
Ahora dime tú, le preguntó ella, ¿qué es lo que te gusta de mi? Él le respondió, y como siempre ella no entendió su totalidad,
tú eres mi bastión.
..:: MAuro ::..
23/11/2007
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